domingo, 30 de agosto de 2009

¿Qué es la tristeza?

He comprendido que la tristeza es como un cristal que se parte y comienza a clavar hasta rasgar completamente el corazón. Lo increíble, lo grande, es que el cristal no penetra completamente en la masa aspirante e impelente del néctar de la vida, sino que emerge desde la profundidad de él hacia arriba, pero quedando atrapado, justamente un centímetro debajo de su superficie.
El dolor que causa es peor que la herida de un cuchillo, porque el cuchillo, después de su penetración puede ser extraído, pero un cristal que está adentro, que ha explotado en cientos o miles de pedazos, nos deja el corazón cubierto por sus trozos.

A través de la ventana

Veo a través de la ventana, y no hay nada más que nubes. Salgo a través de ella, y comienzo a caer, a caer, a caer...parece que estoy flotando y de repente, el sueño se termina a causa de las nubes, nunca termino de caer. Vuelvo a mi cama muchas veces, y tantas veces salgo de ella me vuelvo a posar en la ventana. Al atravesarla repetidas veces me doy cuenta, que en aquel espacio escondido en un lugar recóndito de mi cabeza, del cual prescindo cuando estoy despierta, no existe ni existirá el tiempo.

jueves, 27 de agosto de 2009

Promesas

No me prometas lo que ya sabes que no cumplirás, promete lo que puedas, sin más ni menos preámbulos, aprende a decirme que no. Ya prometes un día la felicidad, mañana me prometes que regresarás. Mejor no me prometas.
La primera promesa que me hicieron fue vana, y la última no importa como sea. No me duele que no cumplas la promesa, me duele que la hagas, sabiendo que no puedes cumplirla. Solo tengo una promesa en la que creo, una promesa que desmiente mi infortunio con las promesas, porque realmente sé, que a diferencia de las otras se cumplirá; es la promesa de la muerte.

El miedo

Hay unos bichos en la bañera, y se tejen a mi alredor sonidos extraños, que me producen escalofríos, mucho más cuando veo los insectos...no comprendo como existen en la vida esos seres imaginarios, que se enredan en la cabeza y no quieren salir. Son como una criatura engendrada y nunca parida. Me generan confusión, y más confusión. ¿Dónde estoy? Cerca de la bañera, pero ahora es un cuarto oscuro, porque se acaba de ir la energía eléctrica, entonces el espacio conocido se vuelve extraño. Se apagó la luz, y ahora ya no temo a los bichos de mi bañera, ahora le temo a la dama incorpórea que se traga a los objetos, a la ausencia de lo claro. No me gusta estar encerrada, pero temo más a estar con la dama tiniebla, mucho más que a los animalejos del baño, mucho más que a tener un picaporte asegurado.
Aunque tema más a eso que a las demás cosas, tengo que decir que es peor tener a las tres cosas juntas. Sobretodo tener que saber que en la penumbra, un insecto se acaba de posar en uno de mis pies.

martes, 18 de agosto de 2009

Rayos de sol

Comenzaron a penetrar sus rayos, empezaron a deslizarse, colando miles de seres extraños a través de la ventana. Justo cuando abro los ojos, veo a esos habitantes diminutos filtrarse por mi ventana, y creo que uno de mis bostezos se los traga, y que ahora no son habitantes de los rayos del sol, sino de mi garganta. Me equivoco, son inmortales, infinitos.
Algunas veces se fuga el sol, travieso entra por mi ventana, baila con los pequeños revoltosos al compás de las primeras horas de la mañana. A mí me da igual, no me quiero levantar, me importa el sol, me importa la oscuridad, me importa un bledo un nuevo día, hasta que como sonámbula abro mi ventana y que si todavía me queda aire para respirar, este día será mejor.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Triste otoño

Camino lentamente por un parque desolado por la caída de las hojas secas de sus imponentes árboles. El otoño es un misterio, el símbolo de la renovación. Mi corazón se rompió como un frágil cristal en un triste otoño, de flores marchitas y aullidos de viento...me desprendí del amor, pero no hubo renovación, no hubo una sustitución.

Después de haber vivido esta experiencia, me pregunto: ¿Puede el corazón imitar la perfección del otoño? ¿Puede acaso renovarse y sacar cada uno de los clavos que se le han enterrado crudamente en las arterias?
Todavía no puedo contestar esas preguntas, solo puedo recordar que mi corazón pasó por un triste otoño, apenas cuando terminaban de caer de los árboles las hojas secas, y justo antes de que soplaran las primeras brisas de invierno.
Sin embargo, aunque la razón y el entendimiento se nieguen a ver la luz, en lo profundo de mi alma hay un susurro interminable, un susurro que me dice que hay algo que nunca debe perderse: LA ESPERANZA.

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